miércoles, 9 de enero de 2008

Ana no duerme (y Lucía tampoco)

Serían eso de las dos de la mañana…

– ¿Qué haces despierta, Lu? Mañana te tenés que despertar temprano…
– No me puedo dormir. ¿Me contás un cuento?
– Está bien. Había una vez… -
“Mierda que es complicado inventar una historia”
– … una lana. La lana era de color verde y estaba en un estante en una tienda de lanas. Nadie la compraba, porque no tenía un color muy agradable, era un verde muerto, feo. Y como nadie la compraba, la lana estaba muy triste. Porque ¿de qué servía ser lana si nunca iba a dejar de ser ovillo? Pasaron muchos años en los que la lana estaba en su estante, cada día más triste, y su verde cada día más borrado. Un día una nena pasó por la tienda y vio la lana. Se le antojó linda y quiso una bufanda hecha con esa lana. La madre, aunque era pleno verano, la compró. Llegó así la lana a su nueva casa. Cuando la niña le pidió a su madre que le hiciera una bufanda, la lana casi no podía estarse de la alegría que sentía. Sin embargo, la madre convenció a su hija, a fuerza de varios sobornos, que dejaran la actividad para el otoño, cuando la niña podría darle verdadero uso a una bufanda.
– Oh! Pobre lana
– Ajá. Así es que la lana se mudó a su nueva casa, un cajón. Cuando llegó el otoño, nadie se acordaba de ella. La pobre lana, pasó muchos años en el cajón, poniéndose cada día más triste y menos verde. Pero entonces, un Buen Día…
– ¿Un Buen Día?
– Sí, es que era un Buen Día
– Ah! Bueno
– … un Buen Día, la nena, que ya no era tan chica …
– ¿Cuántos años tenía?
– Como quince
– Ah! Bueno
– …la nena encontró la lana. Le agarró mucha culpa y pena por la pobre lana que ella había olvidado y decidió que iba a aprender a tejer y a usar la lana para hacerse la bufanda que tanto había querido. La madre le enseñó a tejer a su hija con otras lanas, sobrantes de viejos ovillos que habían ya cumplido su función de lana y eran ahora pulóveres y guantes. Cuando la niña se sintió segura de sus habilidades de tejedora, empezó a tejer con su lana verde y como era una lana mágica…
– ¿Cómo que era una lana mágica?
– Claro, era una lana mágica
– No podés decir así, casi al final del cuento, que la lana era mágica!!!
– Sí que puedo, es mi historia!!!
– Pero tenés que dar un indicio antes.
– Pero, si es una historia fantástica. ¡¡¡La lana tiene sentimientos!!!
– No tiene nada que ver. Vos podés personificar a las cosas para hacer una historia, como el reloj estaba cansado, por ejemplo, ¡pero eso no significa que sea fantástica! Mirá: si la lana era mágica, tenés que aclararlo al principio del cuento.
– Bueno, entonces, era un secreto que la lana era mágica
– Entonces tenés que decir al principio del cuento que la lana tenía un secreto!!
– Bueno, hagamos de cuenta que el cuento empezó con “Había una vez una lana. La lana era de color verde y tenía un secreto”, ¿sí?
– Bueno
– Entonces, como la lana era mágica, cuando la nena empezó a tejer, la lana empezó a crecer. Y creció, y creció, y como estaba tan feliz de que ya tenía un propósito, cambiaba de colores y de a ratos era verde agua, de a ratos verde pasto, y también verde manzana. Así la nena tejió miles de pulóveres, bufandas, medias, polainas y mitones de todos los verdes que existen. Fin.
– Que linda historia
– (sonrisa)
– ¿Cómo hubiera terminado la historia si no te hubiera interrumpido?
“ y como era una lana mágica, cuando la nena se terminó la bufanda y se la puso, la bufanda la ahorcó. La lana no solo estaba triste, también estaba resentida.”
– Igual.
– Ahhh! Gracias por contarme una historia
– De nada
– ¿sabés que ahora me voy a poder dormir menos que antes, verdad?
– Sí

De vez en cuando, todavía siento que tengo que proteger a mis hermanas.

5 comentarios:

anita dijo...

Y también, sólo a veces, me pasa que no me gusta matar a los personajes que invento... generalmente porque son yo

Anónimo dijo...

Bueno, no se de quién habrás heredado esa habilidad para contar cuentos para ir a dormir....
Está bastante bueno, aunque no tanto como el del Osito violinista...jajajajaja
Claro, yo tenía la ventaja de que mi público infantil no cuestionaba cosas como "los osos no saben música" o algo por el estilo...
Eso sí, tenía que ejercitar BIEN mi memoria, porque si le cambiaba una coma a la versión original (?) me armabas un escándalo y tenía que empezar todo de nuevo... aaahhhh!!!!!! Mamá

Anónimo dijo...

fah, la versión "original" está mucho mejor, es un relato muy a lo silvina ocampo, esas historias crueles de aires infantiles....

silvina tiene un cuento de una mujer que muere de su vestido de terciopelo, que se llama justamente así "el vestido de terciopelo"...
(ya agüe la fiesta, pero vale leerlo igual)

anita dijo...

¿El osito violinista? Puede ser que apareciera una orquesta en esa historia. No la recuerdo...
Tendrás que contarmela otra vez, tal vez en alguna de mis noches de insomnio...

paula dijo...

me gusto mucho tu idea de las conversaciones, intente hacerme un blog pero no pude, he aqui la prueba. parece que sos muy observadora, y eso es bueno! me gustaria serlo, a veces lo intento.
y a pesar de leer la historia completa de la lana, todavia me frustra saber que era magica y que mi teoria no tenia nada que ver, y la cuestion iba mas alla de lo real o de lo relacionado al destino.
ayer fui a una instalacion en el radio city que se llama La Nube 12. fue muy interesante. no se porque conte eso, hay ciertos lugares o cosas que me dan la posibilidad, el permiso y la comodidad para decir lo primero que se me pasa por la cabeza. y no se si eso es tan bueno, pero es.
pau =)