Cosme y Fulanita son una pareja. Viven juntos desde hace unos años. Tienen una amiga, Almendra, que usualmente los visita.
Cosme y Fulanita tienen muchas costumbres, entre ellas, la de hablar “cariñosamente” entre ellos de forma bastante periódica. Almendra, a quien conozco personalmente y es asidua lectora de este (des)prestigioso blog, me ha comentado varias conversaciones que ha escuchado entre Cosme y Fulanita a lo largo de su amistad. Algunas me han resultado muy graciosas y he decidido publicar algunas conversaciones de Cosme y Fulanita, siempre y cuando Almendra pueda pasármelas. He aquí la primera, tal cual me la pasó ella. No sé cuantas podré publicar sobre esta graciosa pareja, porque Almendra está muy ocupada y no se le hace fácil escribir las conversaciones para pasármelas. Pero bueno, se hace lo que se puede... (Almendra, todo bien con vos igual, ¿eh?)
Aclaración: todos los apelativos amorosos deben leerse con intención sarcástica.
– Mi amor, sacá la cabeza de la máquina dos segundos y saludá. Tenemos visita.
– Hola, Almendra. ¿Cómo andás?
– Bien, Cosme ¿y vos?
– Bien.
– Estuvo todo el día así, ¿a vos te parece, Almendra? No suelta a la amante ni de casualidad. No es que no lavé los platos, es que cociné yo y los platos le tocaban lavarlos a él.
– Ay! Fulanita, no tenés que disculparte, por favor. Es tu casa, a mí no me molesta que estén los platos sin lavar.
– No, bueno, pero a mí sí. Te dije que los lavaras, bebé. Y no soltaste la “noutbuk” desde el almuerzo…
– Sí, mi amor después los lavo.
– ¿Ves? Siempre dice lo mismo y nunca los lava…
– (Me mirá con sonrisa de niño que siempre se sale con la suya) Je.
– (Suspira) ¿Tomamos un té? ¿Querés, Almendra?
– Dale.
– Cosme, mi amor, ¿Querés té vos también?
– Sí, pero ponele té rojo y negro. Más rojo que negro
– (Me mira con cara de impaciencia) Ya sé. Ya me lo dijiste mil veces, ya entendí…
– Bueno, pero la otra vez no te dije y te olvidaste…
– Mentira!!! ¿Cuándo me olvidé? ¡Si siempre te hago el té como vos decís!
– (Me mira con cara de impaciencia) Siempre es primero “¡¡¡Mentira!!!”. Después cuando yo tengo razón, no me dice “Ay, cierto tenías razón”. Almendra estaba. ¿O no Almendra, que se olvidó y quedó raro el té? Y también te olvidaste, la vez que hiciste café, de ponerle más porque cambiaste la marca y te quedó aguado. ¿O no, Almendra? Eso te pasa por comprar todo marca “Día”
– Estaba rico igual el café…
Mi aclaración pasa desapercibida
– Bueno, Cosme. Si tan mal hago el té, hacelo vos. Ya que te sale tan bien…
– Lo único que me falta, ¿también querés que te haga el té?
– ¿”TAMBIÉN”? Si acá hago todo yo, vos ni siquiera lavaste los platos y te tocaba a vos porque yo cociné!!
– ¿Vos cocinaste? Ah! Bueno. ¿Vos ves como es esto, no Almendra? Yo prendí el horno porque ella es una enferma y no lo toca, porque no sé, por ahí le explota o algo, rallé tres kilos de zanahoria, piqué la cebolla y el ajo, pelé y corté las papas... Pero ella puso todo en una sartén, y la que cocinó fue ella… Y encima se olvidó de ponerle sal.
– No me olvidé, no me gusta con tanta sal, si le podés poner después.
– (Por lo bajo y a mí) Mentira, se olvidó.
Yo me río, Fulanita hace como que no escuchó, porque es verdad que se olvidó. Yo no digo nada, (alianza de género) pero me sigo riendo. Parece como si se estuvieran peleando, pero después de tantos años ya entendí que así se comunican. Parecen una “sit-com”.
– Ya está el té. Cosme, podés sacar la máquina de la mesa. Ya te dije que no me gusta que esté la máquina ahí cuando comemos
– Y yo ya te dije que si la muevo, se desconecta de Internet y después hay que volver a conectarla. La máquina se queda acá, y punto
– Nooo, dale mi amor. Sacala. Después la volvés a conectar, no es tan complicado
– No. ¿Adonde querés que la ponga? Este es el lugar de la máquina.
– La ponés ahí, en el baiú
– No puedo, queda muy alto y se desconecta y no podemos escuchar música.
Fulanita lo mira con una cara que encierra una amenaza. Es una amenaza muda, no sé de qué se trata pero debe ser importante…
– Bueno, la pongo en el baiú. Pero mañana voy y compró la mesita para la compu…
– Ay no, Cosme. Este loco quiere comprar una mesita para la compu, ¿a vos te parece, Almendra?
– (Con un poco de miedo) En realidad no entiendo el problema.
– Es que es roja, ¡¡quiere comprar una mesita roja!!
– ¿Y por qué querés una roja, Cosme?
– No es que la quiera roja, es que la que tienen ES roja. No es mi culpa, ¿Qué le voy a hacer?
– Bueno, igual no importa. Ahora sacás la máquina de la mesa, por favor, así tomamos el té. Se va a enfriar, no te va a gustar y te lo vas a tener que tomar igual, porque va a ser tu culpa si se enfría el té porque si no sacás la máquina no lo tomamos. A vos te lo caliento en el microondas, Almendra, no te preocupes.
– Ah! ¿Y a mí no me lo calentás en el microondas? ¿Qué tiene Almendra, coronita?
– No, ella es la visita…
Se imaginarán que después de dos o tres conversaciones como estas yo muy visita, visita, como quien dice VISITA… no me siento…
– … y además no es ella la que tiene que sacar la máquina de la mesa. LA SACÁS DE LA MESA, YA!
– No
– (Con tono serio y voz tembleque que te hace dudar de si es una afectación o si va en serio) Me vas a hacer enojar en serio, Cosme. Sacala por favor.
– (Con un dejo de triunfo en su mirada) No, la máquina se queda.
– Ahí está, listo. Gracias, ¿eh? Ya lo lograste, me hiciste enojar. Ya me enojé, listo ¿Ya estás contento?
– (Poniendo la máquina en el baiú y con tono de capricho) Mañana voy a comprar la mesita roja para la compu.
– (Como quien ya ha escuchado miles de amenazas vacías) Sí, mi amor está bien. Comprá dos si querés. Gracias.
– …
– …
– …
– (Como quien acaba de comentar el clima) Cosme, ¿podés servir el té, por favor? Yo no puedo por la muñeca (Fulanita tiene tendinitis).
Cosme sirve el té. Lo tomamos, charlamos, nos reímos. Eventualmente me vuelvo a casa y los dejo: Cosme jugando al Winning Eleven en la computadora de la habitación, Fulanita lavando los platos (los del almuerzo y también todos los que usamos para tomar el té) mientras piensa una comida para la cena. Una que probablemente “preparará” Cosme.
Cuando se sienten a cenar, probablemente él le diga: “Te salió rica la comida, dejá que después los platos los lavo yo” Después de eso, si los lava o no, a Fulanita no va a importarle (bueno, no demasiado)…
Escrito por Almendra para: Conversaciones (casi) reales de la vida cotidiana
N. de la R.: La redactora de este blog se somete a las condiciones impuestas para la divulgación de este material...